Conversación con Gerard Serra

Gerard Serra

Gerard Serra

Gerard querido, gracias por tus palabras. Desde éste lado de la narración, me gusta todo lo que me dices y las ideas que expones. Cosas que has visto en las que no había reparado. Un regalo recibir tus palabras de hombre inteligente, que piensa por su cuenta y riesgo, y lector de la vida. Si te parece te contesto, y lo compartimos, ok?

Gerard: He permeado en la profundidad de la película en un ambiente similar al de una de sus escenas, en el Starbucks de cada día, en fin, supongo que todos son iguales.

Pablo: Hay tres conexiones en la película con el café: el que prepara en su cocina, el que se toma en Starbucks y el que compartimos –ausente de la imagen– cuando la charla final del sombrero. Me causaba gracia que alguien capaz de ponerse quisquilloso con un tinto, un provoleta o una buena chuleta asada, se metiera en el cuerpo esos brebajes oscuros, casi siempre alejados del café decente. Lo que me prepara en su casa –esa vez, y todas las que compartimos– era Nescafé (flojo y tibio), luego el de Starbucks (café McDonald’s) y el Descafeinado con leche que se metió en aquella rambla, a un lado del hospital.

Si hubiera sido una película de ficción habría salido del taxi, comprado el periódico en el quiosco de Plaza de la Ópera; habría sacado dinero sí, pero habría tomado café en una cafetería con encanto… algún encanto pero no, fue en Starbucks, y hay que apechugar con eso: así era Horacio.

Gerard: Lo primero que se advierte es el carácter testimonial de la película, lo cual le confiere, deliberadamente, un peso específico como de diario o documental, pero no de drama; es decir, tiene un peso por su trascendencia, porque, al fin y al cabo, es el autorrelato de un cuerpo en decadencia y, por si fuere poco, del genio de un escritor que expira, alrededor de todas esas reflexiones.

Pablo: Es eso.

Gerard: Pero no, no es un drama, si bien desde el inicio…

Pablo: No, no es un drama: eso es esencial entenderlo por las conexiones con el origen de la película (lo comenta Eduardo Montes-Bradley).

Gerard: …el actor protagonista –que no es actor.

Pablo: No, Horacio no era actor (o sí pero), en cualquier caso, ha resultado excelente. Muy buen actor quiero decir: gestos, voz, movimiento, andar, actos cotidianos, miradas… risas. Ajeno completamente a la cámara y a los ojos que lo observan.

Gerard: …nos advierte de su dureza, en esa breve analepsis nos engaña, y nos presenta como un drama, lo que en realidad es, y en vuestra complicidad lo sabíais, un mensaje, un canto a la vida.

Pablo: Me gusta que te hayas percatado de ese detalle porque es de mis preferidos: empezar la secuencia diciendo que es una película dura, y terminarla riendo, avisando a una enfermera que lo llama a su sesión de radioterapia, de que estamos grabando.

Gerard: Una muerte que a fuerza de mantenerse en el eje intelectual del escritor se convierte en una lección de vida y de amor, de esas que te da «el filósofo que se ríe». Ese pensamiento se transmite también en la informalidad de la filmación, en vuestros breves intercambios de palabras, en el abrazo… 

Pablo: Bien Gerard! Advertir éste punto también es importante. Una muerte, la de Horacio, que el narrador cuenta antes de que realmente llegue. Sí, Horacio muere finalmente pero muere, con las botas puestas… lo que lo conecta con otros que al igual que él, siguieron tocando aunque el barco se hundiera. El gesto. Horacio, servido del relato y sirviendo a la Literatura, una vez más, para vencer a la muerte, a su muerte, la peor de las muertes posibles, porque era la suya… testimonio de lo cual, es ésta película. Otra de sus naves espaciales hacia el para siempre que nos deja junto a sus libros.

Gerard: Lo primero que me llamó la atención fue el título, ese título de poema malo, Pablo, en apariencia tan pobre y socorrido, que cuando buscas en google pareciera que buscas ese gato gris atigrado y que a los minutos se justifica, de la mejor manera que hubieras imaginado.

Pablo: Horacio era bueno titulando sus aventuras literarias.

Gerard: Las Solanáceas, vaya, ése es uno de esos pasajes que no se olvidan, muy bien resuelto el título y guarda un vínculo muy estrecho con uno de los elementos principales de la trama: el tabaco.

Pablo: Así también lo veo yo.

Gerard: El tabaco como símbolo de decadencia, de crepúsculo y de gesto y costumbre, como él dice. Como espectador debo reconocer que desistí de verlo fumar desde que se presenta con ese cigarrillo electrónico. Pero hay un brevísimo momento en que enciende un cigarrillo -de los de verdad- y confirma y revive la pasión del espectador por su filosofía de influencia francesa y te demuestra que ésta tampoco era un «engañifa». Gran detalle, pero tal vez cabía hacer más hincapié en la práctica de esas premisas de la vida y de la muerte, en esa brutalidad del «podías tirar para que te tiraran».

Pablo: Expresas muy ajustado y muy claro la relación de la película con el tabaco y, concretamente, el detalle de sacarlo fumando: él me lo había prohibido: primero tajantemente, luego aflojó y al final… Al final, como me dijo Eduardo meses después, la primavera pasada en el Born de Barcelona, “al final Pablo, la película la hacés vos: vos decidís que sí y que no”.

Entiendo que encuentras poco consistente los momentos en que comparte esas premisas: hablamos mucho de todo eso, y de la eutanasia, y del suicidio, y del asesinato, y de los asesinatos en masa y sus asesinos, y de los genocidas. Y cuando me encontré con todo eso en el editor vi que la muerte no podía tener tanto relato; que tenía que definir un equilibrio entre esas premisas y las demás que aparecen repartidas en la película, las que tejen la piel del hombre dando testimonio. Y bueno, en esas teselas es donde también una película se la juega. Seguramente hay descompensación por esa parte…

Gerard: El fumar como costumbre, el filme logra transmitir que Horacio era un hombre de costumbres, pero esto va más allá, como se percibe.

Pablo: Sí, era un hombre de costumbres, de hábitos y de gestos. Él, en un momento se refiere a que las personas que dan la vida a una obra (cita a Einstein y a Thomas Mann) tienen una vida larga y ordenada. Yo creo que además del genio de “esas vidas entregadas a una obra”, la vida de las personas tiene momentos en los que uno se entrega con muchísima determinación a una cosa… y esos momentos, cuando se recorren verazmente, integran disciplinas, costumbres, y de ellas gestos y formas que se repiten una y otra vez, ocupando en las historias el papel que el ritmo tiene en la música.

Gerard: La vida de Horacio, como la de otros muchos intelectuales que han conocido las injusticias de las dictaduras o las guerras, se caracteriza por la indeseable ausencia de la fe, por el escepticismo y termina trazándose en círculos concéntricos que se cierran, en ciclos.

Pablo: Esto que señalas Gerard, es importante: pienso los que somos personas de fe (creo –es un acto de fe– que todas las personas tenemos fe) pero vivimos nuestra espiritualidad al margen de una confesión de masas, hacemos eso: ciclos y ciclos y ciclos. Un devenir constante y repetido. Y, esa apreciación de que se van cerrando es cierta, y brutal por otra parte: sólo acepté ver y fotografiar a mi amigo limitado en un ataúd… porque sentí ese episodio, como si estuviera en una lanzadera hacia la luz… fuego mediante y todo eso.

Gerard: La colilla comida en la infancia que años más tarde le dará la muerte, el exilio y el renacimiento, toda esa ironía que encierra en su centro a lo efímero. Toda ese pensamiento diegético logra trascender a los ámbitos de tu narración: en la analepsis que anticipa la muerte desde un inicio, en esa única melodía que se repite, en la metáfora del tránsito de la ciudad de fondo en armonía con el tránsito de la larga preparación de la muerte hacia la misma, en el testimonio de la rutina…

Pablo: Aquel día de las fotos en su casa fue mágico: literalmente era una caja llena de fotos desordenadas, en las que aparecía mezclado con un montón de gente y situaciones que significaban algo para él. Cada foto tuvo un relato. Y sí, cuando escuché la historia del bebe que se había comido una colilla y enfermado… aluciné con pepinos, que se dice. El corte final quiso que ese detalle quedara en la secuencia de la videoconferencia pero, en realidad, fue antes de que se enfrentara «al documento histórico»: esa imagen en la que aparece feliz junto a sus padres… algo que nunca más volvió a suceder.

Gerard: Si algo contribuye técnicamente a este efecto es la escala de grises. Lo que no me queda muy claro es si tomaste esta decisión deliberadamente antes de empezar o si, por lo que he leído, optaste por esta vía a posteriori a fin de evadir las distorsiones cromáticas de las ópticas «low cost».

Pablo: Lo del B/N, como le comenté a Sara: piensa que nunca hubo película, hasta que tomé las primeras imágenes y nos pusimos a armar el primer trailer (momento en que definimos la película de un tirón con Eduardo). Durante el verano del 2011, la cosa iba entre Horacio (recién enfermo) y su red, sus audiencias… de las que Eduardo formaba parte como yo. Aquel septiembre yo viajé por trabajo a Buenos Aires dos semanas y fue estando allí que Horacio me dijo que hablara con Eduardo, que quería hacer una película sobre…Luego se habló y se decidió que se hacía pero las cosas iban lentas, Eduardo está en Virginia, USA, Horacio enfermo… Lo que se había decidido era lo de las cámaras: lo de que en algunas tomas él se grabara a sí mismo, etc. Pero, cuando empezamos a ver las imágenes… el B / N lo hizo más grato todo. Después sí, ya no pudimos dejar de ver todo en B / N… ya ves, incluso en el blog, me saltan chispas cuando los colores. Y además, también, amo el B/N .

Gerard: Veo que has logrado contrastes interesantísimos como los de la toma del peculiar afeite, de la ducha o incluso con la sobre-exposición en toda regla en los paseos bajo el sol de Horacio, que en color hubieran quedado muy artificiosas y que con el blanco y negro logran un contraste muy interesante entre la palidez de su rostro y lo oscuro de la vestimenta; en fin, ya me explicarás como fue, pero lo importante es que, a fin de cuentas, ha quedado realmente bien.

Pablo: Estoy de acuerdo: esas cámaras tienen sus limitaciones pero, también su potencial: el punto de vista de la jabonera… y bueno, cualquier cámara no habría servido. En cuanto a la sobreexposición, en general las cámaras digitales trabajan mejor con exceso de luz, que con falta.

Gerard: Esto sí, ha habido algún plano por allí que me ha parecido antiestético, planos centrados en su rostro, sin una mínima desviación del centro a fin de evitar una evidente estaticidad, que no concuerdan con la mentalidad del personaje.

Pablo: Oh sí… sé a qué te refieres. En un principio toda la grabación de Horacio cuando habla, era sólo para tomar el audio y unos planos de referencia. La idea era cubrir todo su relato de recursos de él haciendo su vida… Se le dió prioridad a esas conversaciones porque no podía ser de otro modo y el resto: muchos menos recursos de los previstos porque en medio de todo esto él seguía trabajando, estaba enfermo, estaba fatigado, o dolorido, o todo a la vez. La quimio lo dejaba mal. Y a veces yo llegaba, y la pila la gastábamos charlando, y luego grabando… Y a todo eso, siempre que era posible, seguirlo con la cámara. No siempre se podía. Muchas veces lo abrazaba al caminar y no filmaba nada.

Gerard: La dirección de la mirada, que tanto se vincula con la escritura occidental, debería de haber sido de derecha a izquierda en muchas más ocasiones, desde mi punto de vista, para expresar con mayor claridad ese vistazo hacia su pasado. Creo que, por allí, el único momento -o no-momento- que justifica la estaticidad céntrica es esa magnífica fotografía del féretro y el espejo.

Pablo: Quizá tengas razón. La verdad es que no pensé en ello.

Gerard: Otro detalle son esas primerísimas tomas, si me permites la expresión, con profundidad de campo, en las que se nota que el objetivo no se encuentra cómodo, que no enfoca con precisión. Supongo que para la próxima habrá que invertirle en un objetivo que permita una menor distancia de enfoque.

Pablo: Ay sí, también en esto tienes razón. La producción existe para que luego la realización no tenga que improvisar esas cosas sobre la marcha. Cuanto más se trabaja antes, mejor va todo durante, y mejor se resuelve después… la mirada de la dirección.

Gerard: Para concluir Pablo, muchísimas felicidades por Sombra de la noche, y muchísimas gracias por hacernos partícipes de esta muerte que es tu película, en la que hay que dejarse caer para obtener uno de esos renacimientos de los que nos habla Horacio.

Pablo: Gracias a ti, querido Gerard, por la forma en que has visto y compartido la película.

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