«Hay algo dentro de nosotros que nos muestra qué somos realmente. Los caminos visten de huellas sus silencios. Los árboles pierden hojas cuando enferman. Sólo el ser humano guarda, a veces, silencio cuando sufre. Si bien es cierto que tarde o temprano llora y, finalmente, más temprano que tarde, muere».
La paz de ir llegando a la playa una y otra vez como las olas del mar. La paz que rueda en un canto a ras del lago haciendo saltitos. Ondas de agua para los que recién se incorporan a la sesión. La paz de los relatos que lo cuentan y lo recuerdan (estoy recibiendo cartas de amigos suyas breves, pero emotivas). La red de impulsos que le dan a la paz, vida. Estoy un poco insistente, lo sé. Pero feliz de ver finalmente la película navegando y cómo, al chasis de su sitio web se le van enganchando párrafos e ideas como crustáceos y coral. Y sí, acabará también, sumergida en la historia de la luz del cine, como un destello más otro afán humano por… como decía Horacio Vázquez-Rial, «alargar un poco ésto».